Comer solos y alimentarse mal, es la tónica de miles de adultos mayores en nuestro país. La pérdida de masa muscular y la alteración constante de los niveles de sus analíticas sanguíneas, especialmente en lo que concierne a vitaminas y minerales, se acrecienta a niveles peligrosos restándoles vida.
Ser adulto mayor, no es fácil. Tradicionalmente olvidados por la sociedad, que privilegia la juventud por sobre todas las cosas, llegar al ocaso de la vida, sólo para algunos privilegiados es un remanso de paz, tras décadas de sacrificio y trabajo. La gran mayoría, viven sus descuentos entre desaires, maltratos y ostracismo social, muchas veces relegados a una suerte de “ghettos” particulares llamados eufemísticamente como “hogar de ancianos”.
Desde que llegó la pandemia al mundo, más encima han sido el grupo de mayor riesgo ante el virus. Y si a ello le sumamos una sostenida inflación y el alza de precios de los alimentos, entonces nos encontramos frente a la tormenta perfecta en esta emergencia sanitaria, que entre otras secuelas, devela una vergonzosa problemática como es la mala nutrición de nuestros adultos mayores.
Para muchos “abuelitos” solos, la alimentación hoy en Chile corre por cuenta de la solidaridad de una mano amiga, las ollas comunes, o lo que puedan comprar con las pésimas jubilaciones que reciben, donde no sólo no les alcanza para sus remedios, sino que adquieren productos poco nutritivos para su edad, mal alimentándose a tal punto que acrecentan sus patologías de base con esta inseguridad alimentaria.
Cuando un adulto mayor no logra alimentarse como debiera ser, su cuerpo comienza a resentirse inmediatamente. Con una ingesta de pocas proteínas y vitaminas, sus pronósticos de salud se ven poco favorables, a no ser que modifiquen su dieta drásticamente y logren acceder a insumos más acordes a su edad y enfermedades. Lamentablemente, el grueso de los adultos mayores chilenos, no logran generar este cambio.
Si se pudiera tener acceso al refrigerador de un abuelo promedio de nuestro país, el panorama sería verdaderamente dramático. Pensar en carne, pollo u otra proteína, es un lujo que pocos pueden darse. En general los alimentos perecibles son escasos, y lo que más puede encontrarse en estos aparatos son pan, pastas, papas, algunas verduras y un poco de queso y cecinas a granel.
Gracias a la pandemia, recién hoy el Gobierno ha dado visos de preocuparse por el estado nutricional de nuestros adultos mayores. Recién a fines de este año, el Ministerio de Salud tendrá los catastros de un estudio nutricional focalizado en ellos, trabajo que está haciendo con el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama). Mientras tanto, deberán conformarse con lo que tengan a mano para comer.
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