Yihadismo, terrorismo y la cruzada de la multiculturalidad | Publimicro

Yihadismo, terrorismo y la cruzada de la multiculturalidad


Sebastián Fuentes Barraza
Sociólogo

Sigue el conflicto en Gaza y se producen manifestaciones en apoyo a Palestina en países de occidente, generalmente, compuestas por inmigrantes musulmanes. Algunos países han optado por prohibirlas, mientras escala el temor a ver atentados yihadistas por Europa. La semana pasada, un terrorista islámico asesinó a dos suecos en Bélgica, ayer, se detuvo a Mustafá Maya en Melilla, yihadista que intentaba ingresar a España. Algunos ven en este estado de cosas, una invasión, una especie de cruzada moderna. ¿Están las cosas para una guerra religiosa? Dicen algunos que la historia no se repite, pero rima. Otros dicen, mejor, que la historia es como un espiral, que si nunca pasa exactamente por el mismo punto, sí lo hace en otro grado. Nosotros podríamos pensar, que estamos viéndola pasar por varios grados más abajo, como a una versión absurda de una cruzada.

En las cruzadas iniciadas en 1.095, el mundo cristiano obedeció al llamado de su máxima autoridad, el Papa Urbano II. Objetivo: recuperar tierra santa (que lo acabarían consiguiendo), en reacción del constante ultraje y asesinato de peregrinos cristianos que viajaban a Jerusalén. Una aventura temeraria que implicaba un viaje a tierras hostiles. Se declaraba lo que entenderíamos como una guerra convencional, si consideramos la conquista de tierras que eran y son significativas para el cristianismo. Hoy en 2.023, islamistas extremistas que no son enviados por alguna autoridad representativa del islam y sin ningún riesgo personal, llegan casi invitados a un occidente que avala a la inmigración ilegal. Solo así han podido ingresar, y el mundo islam se muestra conforme de poder deshacerse de esos grupos radicalizados que Europa recibe con cuotas programadas.

A su vez, llegan a una Europa que no reivindica el cristianismo, sino que lo reniega y está dispuesta a asumir otras causas como propias. Ese continente en transformación, alejado de los valores cristianos, probablemente les parezca decadente y difícil de asimilar. A ese continente, los yihadistas plantean una guerra inmaterial, pues no quieren conseguir algo convencional (como la tierra santa), sino conseguir el crecimiento del islam a costillas de reducir el número de infieles, matando al azar mientras viven infiltrados en la sociedad. Como auguraban Pauwels y Bergier, una guerra del modo de ser (islámico) en vez de una guerra de tener (tierras o bienes).

En el espiral de la historia, estos acontecimientos pasan desprovistos de toda épica y sentido. No están los Ricardo Corazón de León ni los Saladino, sino un continente que ha alcanzado los máximos niveles de confortabilidad de la historia y que, con unos deseos incontenibles de autodestrucción, ya sea que estos operen en el consciente o en el subconsciente, han hipotecado su seguridad permitiendo en masas el ingreso de gentes de la cual no saben quiénes son, de dónde vienen ni qué quieren. Alguien pudo clamar que era peligroso, pero parece ser el precio que tenían preparados los propulsores del progreso a sociedades multiculturales. Esta es la cruzada de la multiculturalidad.

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