La prisión de Olenivka en la región ocupada de Donetsk, fue atacada por misiles rusos cuyo objetivo era la destrucción de las pruebas que los incriminaba por la ejecución de asesinatos y torturas sobre los prisioneros ucranianos. El gobierno de Kiev responsabiliza al grupo Wagner, paramilitares rusos que trabaja para Putin. Moscú por su parte, señala a los ucranianos como responsables del lanzamiento de cohetes de precisión, con el sistema Himars (norteamericano). Dentro de las 40 víctimas, hay integrantes del Batallón Azov, ultranacionalistas ucranianos, que defendieron Mariúpol. Personal penitenciario también resultó herido en la explosión, aunque ninguno gravemente.
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