«No solo no voy a hacer negocios con China. No voy a hacer negocios con ningún comunista. Soy un defensor de la libertad, de la paz, la democracia. Los comunistas no entran ahí, los chinos no entran ahí», señalaba firme en medio de su campaña a la presidencia de Argentina, Javier Milei, quién fiel a su estilo libertario renegaba de toda posibilidad de acuerdo con el gigante asiático, de ser elegido presidente. Un año después, parece que sus palabras se las llevó el viento. Hoy tras el pésimo escenario económico que está atravesando su país, cuando la pobreza alcanzó al 52,9% de su población en el primer trimestre del 2024, la cifra más alta de los últimos 20 años (en 2004 llegó al 56,8%), parece que la búsqueda de oportunidades para que China se vuelva un “interesante socio comercial”, están más vivas y fuertes que nunca. De hecho ya confirmó un viaje a la potencia asiática para enero , para participar de una cumbre conjunta entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), fundada por el ex presidente venezolano Hugo Chávez. Sus nuevos planes, se dan en un escenario donde la gestión de Milei es evaluada positivamente por el 41% de los argentinos, mientras que el 56% de los encuestados tienen una opinión negativa.
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