Tras su victoria electoral el 14 de diciembre, José Antonio Kast enfrenta una cuenta regresiva crítica para implementar su agenda de gobierno, con la seguridad pública como eje central de su propuesta. En su campaña, Kast diagnosticó una crisis profunda de inseguridad en Chile, prometiendo un ‘gobierno de emergencia’ con políticas de mano dura contra la delincuencia y el crimen organizado. Este enfoque incluye medidas como el aumento drástico de penas, aislamiento para narcotraficantes y protección jurídica para Carabineros, posicionando al futuro Ministerio de Seguridad como una pieza clave en su administración. La designación del ministro de Seguridad se ha convertido en un tema de intenso debate dentro de los círculos cercanos a Kast. Se busca un perfil con habilidades comunicacionales, orientado a resultados y con experiencia en terreno, capaz de coordinar efectivamente con instituciones como las Fuerzas Armadas, la Fiscalía y las policías. Este rol, que reemplazaría al Ministerio de la Mujer en el comité político de Kast, requiere equilibrar la dimensión política con la operativa, inspirando confianza en las fuerzas de orden mientras se gestionan expectativas públicas. Dos tesis compiten en la definición del cargo: una aboga por un exuniformado, argumentando que la experiencia en seguridad es esencial para comprender y presionar a las instituciones involucradas.
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