El auge de los emprendimientos tras la pandemia ha llevado a un alto índice de fracasos, con siete de cada diez nuevas empresas no alcanzando sus metas. Esta tendencia, analizada por el economista John Haltiwanger en un reciente estudio, se atribuye a fallos en la planificación inicial y a la falta de involucramiento con los clientes desde las etapas iniciales del desarrollo del proyecto. Estos errores, comunes tanto en pequeñas startups como en grandes corporaciones, subrayan la importancia de una estrategia bien fundamentada y una comunicación efectiva con el mercado objetivo. Expertos en el sector proponen incorporar a los consumidores en todas las fases del proyecto, desde la ideación hasta la ejecución final. Esta práctica no solo permite ajustar el producto a las necesidades reales del mercado, sino que también aumenta las posibilidades de éxito al alinear mejor las ofertas con las expectativas de los usuarios. Al adoptar un enfoque más centrado en el cliente y basado en datos reales, los emprendedores pueden mejorar significativamente sus tasas de éxito, transformando desafíos iniciales en oportunidades sostenibles de crecimiento.
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