Diez años han pasado desde que la familia Silva Figueroa sufrió la pérdida de su hija de nueves meses Emilia, tras un accidente provocado por una conductor en estado de ebriedad. Dicha desgracia, se transformó en una historia que no solo repercutió en Chile sino en todo el mundo. Luego se convirtió en el 2014 en la Ley Emilia, una normativa que modificó la ley de tránsito estableciendo fuertes sanciones para quienes manejan en estado etílico. Durante esta década han realizado diversas actividades para sensibilizar y prevenir siniestros viales a nivel país, también han sido un pilar fundamental en el apoyo a víctimas directas o indirectas de un siniestro vial, otorgándoles ayuda psicológica o jurídica de manera gratuita. De acuerdo a cifras oficiales analizadas por Fundación Emilia, este 2024, entre enero y septiembre, han aumentado los accidentes, registrándose 47.227 siniestros viales, 1.044 fallecidos y 4.446 lesionados graves. Por conducción en estado de ebriedad, han ocurrido 4.040 siniestros viales y 92 fallecidos. Bajo este panorama, la Fundación hoy está pasando por una grave situación financiera y no está pudiendo solventar a largo plazo lo que significa una de sus labores más importantes: la atención a víctimas. Y así también, peligra el funcionamiento total de la institución por falta de fondos y la posibilidad de perder un proyecto tan necesario para la comunidad.
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