“Ha caído el tirano Bashar”, señalaba el mensaje emitido por un portavoz de las tropas insurgentes, a través de la televisión siria, tras haber ingresado y conquistado la ciudad de Damasco. “Que Siria viva libre para todos”, anunciaba el vocero de las fuerzas rebeldes. Las tropas vencedoras llegaron a la cárcel de Sednaya, a 30 kilómetros al norte de Damasco, principal centro de represión del régimen de Asad y liberaron a los presos políticos. En una ofensiva relámpago que sólo duró 12 días, los insurgentes apoyados por Turquía, logran desmoronar el gobierno de Bashar Al Asad, cuya familia estuvo en el poder por más de 50 años. Por su parte, el exgobernante junto a su familia abandonó el país durante la madrugada del domingo pasado, tras el ingreso de las fuerzas sirias opositoras. El dictador viajó con destino a Rusia. En la principal Plaza de la ciudad de Damasco, se congregaron miles de civiles vitoreando por la “libertad alcanzada”. El grupo libanés de Hezbolá que apoyaba a Al Asad, había anunciado el retiro de sus tropas que defendían Homs, vital para alcanzar Damasco. Una fuente en el Kremlin comentó que “Rusia siempre estuvo a favor de una solución política para la crisis siria. Partimos de la necesidad de reanudar las negociaciones bajo los auspicios de la ONU».
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