Para nadie es un misterio que Chile desempeña un papel crucial en la producción y exportación de semillas, siendo el principal exportador del hemisferio sur. Su producción de contra estación -cultivos en la temporada contraria a la del hemisferio norte- ayuda a satisfacer la demanda global, a reducir la escasez y a acelerar el desarrollo de nuevas variedades vegetales. Sólo en 2024, el total de exportaciones de semillas fue de casi USD 400 millones, lo cual representa 38 mil toneladas de este producto, entre hortalizas, maíz, canola, soya, flores y forrajeras. En el país se multiplican nuevas variedades que los genetistas elaboran en base a la demanda mundial, tarea que en algunas especies es realizada en forma manual, por cientos de operadores que manipulan las flores para polinizar y hacer las hibridaciones necesarias. Un proceso minucioso que se logra con gran precisión pero que, sin embargo, no está exento de errores. Ante este escenario, académicos de la Escuela de Ingeniería Eléctrica y de la Escuela de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) participan en una investigación conjunta para diseñar y desarrollar un dispositivo portátil para el monitoreo y trazabilidad del proceso de producción de semillas agrícolas de alto valor.
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