Sobre la película Barbie | Publimicro

Sobre la película Barbie


Sebastián Fuentes Barraza
Sociólogo

Diecisiete días le tomó a la película Barbie llegar a la friolera suma de mil millones de dólares en ganancias, entrando al selecto grupo de las denominadas películas record de taquilla. Pero que una película sea taquillera, no es sinónimo de que sea buena, y Barbie podría ser la última prueba de aquello.

La película comienza revelando lo que sería, si existiera, un mundo Barbie. Allí, las mujeres (las Barbies) dominan a los hombres (los Kenes). Pero cuando Barbie y su compañero Ken emprenden un viaje al mundo “real” (el de los humanos), se dan cuenta que allí, los papeles estarían invertidos, es decir, los hombres dominan el mundo.

La simplicidad del argumento es evidente, ambos mundos funcionan con una lógica de dominadores y dominados. No hay espacio para nada intermedio, ni personajes ni posibilidades que escapen a esa premisa, ninguna mención al mundo real que sí conocemos, ese de hombres que, el fruto de su trabajo, lo utilizan en sus esposas e hijos, y ni rastro tampoco de aquellas mujeres que hacen lo propio. Nada de solidaridad, solo dominación. Se podría sospechar que el espectador espera que Ken y Barbie (o Barbie y Ken, si se prefiere) busquen juntos un equilibrio, pero no se explora en ningún momento de la película el poder de la unión entre hombres y mujeres.

No diremos si la premisa de la película es cierta o no, pero, seguramente tiene bajas probabilidades de convencer a alguien de criterio formado. Si a alguna mujer estará de acuerdo, es porque ya estaba convencida desde antes de esta concepción del mundo y esperaba una reafirmación, pero es de esperar que las mujeres preferirán convencerse por sí mismas con la realidad que experimentan. Vivimos en un mundo que ya ha experimentado cambios positivos en la temática tratada en la película, y es difícil que algún espectador se sienta representado por los personajes y los mundos extremados que se presentan.

A diecisiete días de su estreno y mil millones de dólares después, se le pueden encontrar mil millones de defectos, pero sabido es que a un verdadero artista nunca le debiera importar las críticas ni lo que ganará con su obra.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.

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