Sobre la conmemoración del golpe de Estado y Allende en dos reflexiones de ciencia ficción | Publimicro

Sobre la conmemoración del golpe de Estado y Allende en dos reflexiones de ciencia ficción


Sebastián Fuentes Barraza
Sociólogo

Robert Sheckley, imaginativo escritor de ciencia ficción del siglo XX, escribió en su novela “Trueque mental” esta divertida tesis: “Don Quijote cree que el molino es un gigante, mientras que Sancho Panza cree que el gigante es un molino. El quijotismo se puede definir como la percepción de las cosas cotidianas como entidades extrañas. Lo inverso es el panzismo, que consiste en la percepción de las entidades extrañas como cosas cotidianas”.

Mucho me temo que la mayoría de la población de este mundo sería panzista, esto quiere decir, que frente a un evento fuera del común, es decir, extraño o fantástico, la tendencia sería buscar explicaciones racionales y descartar lo extraño o fantástico. Sería fantástico que Estados Unidos haya estado al pendiente de lo que ocurría en Chile desde 1970 y haya enviado agentes secretos al país; por eso muchos panzistas lo descartaron, y sin embargo, en el documental “Operación Chile”, se mostró evidencia de que cuando Allende ganó la elección, de inmediato colocaron una base de la CIA en un edificio frente a la moneda. A partir de allí, complotaron para evitar su ascenso al poder desde lo político y luego dieron paso a un plan B, lo militar. Horror. Aunque nos parezca fantástico, un país ha intervenido en nuestra democracia.
¿Habrá sabido de esto Allende? En su discurso del instante decisivo, una frase que ha pasado a la posteridad se nos aparece: “la historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Tal vez no sea así. La historia los pueblos la viven, padecen, olvidan y reviven, pero la historia la harían pequeños grupos que conspiran entre cuatro paredes y que abren y cierran puertas. Para hacer historia, habría que tener las manijas de la historia, y estas, estarían al alcance de pocos.

La máxima de Philip Dick fue que la ciencia ficción no debería consistir en “¿Qué pasaría si…?” sino en “Por Dios, pero ¿qué pasaría si…? Sigamos esta máxima e imaginemos el qué pasaría si… Allende llegara al Chile del año 2023. Se enteraría que no existe la Unión Soviética, que ha caído el muro de Berlín, y que la revolución cubana sigue, pero lejos de indicadores sociales que avalen una sociedad mejor. Este sería un primer shock, el capitalismo triunfó y el marxismo fracasó. El segundo shock, sería la comprobación que, pese a sus problemas, los países capitalistas han prosperado en lo económico y social.

Este mundo sería deprimente para vivir si él luchó por otro. Pero aún le quedarían razones poderosas para vivir en este mundo. Si Allende quería mejores condiciones de vida para los chilenos, comprobaría que el Chile de hoy ha superado al que conoció; la pobreza se redujo y hay mayor acceso a la educación y a la salud, aunque aún queda mucho trabajo por hacer. Ese hombre se pondría manos a la obra por sus ideales, pero no nos parecería creíble que volviera a plantear una revolución marxista, sobre todo con la evidencia de los resultados del siglo XX que ya habría comprobado. Más bien, buscaría en la evidencia, cómo los países lograron mejorar sus indicadores para tomar aquella senda.

Ese sería su comportamiento si su deseo de mayor justicia social estuviera por encima de las ideologías. No tendría sus ojos puestos en el pasado, sino en el futuro, en un país que ya va en marcha y sus anhelos aún no son alcanzados.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.

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