Diego Simpértigue, ex ministro de la Corte Suprema, ha sido destituido tras una acusación constitucional aprobada por unanimidad en el Senado, con 43 votos a favor. En declaraciones posteriores, Simpértigue expresó su descontento al ser señalado como responsable de la crisis que afecta al Poder Judicial, argumentando que los senadores no abordaron en profundidad los puntos de su defensa. Aunque respetó la decisión institucional, criticó que su caso se juzgue con criterios actuales, a pesar de que las acciones en cuestión ocurrieron en un contexto de tranquilidad y buena fe, sin investigaciones o imputaciones en ese momento. En su defensa, el ex juez destacó que presentó documentos que justificaban cada decisión tomada, subrayando su trayectoria honesta y su gratitud hacia el Poder Judicial. Afirmó mantener la frente en alta, basándose en que los senadores reconocieron la ausencia de corrupción en su caso. Sin embargo, admitió un mea culpa personal: haber sido demasiado inocente ante situaciones que, en retrospectiva, requerían mayor atención. Esta autocrítica refleja su esperanza de que el sistema judicial emprenda reformas necesarias, aunque ya no le corresponde liderarlas. El episodio pone de relieve tensiones institucionales y la necesidad de evaluar procesos con equidad temporal.
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