En un radical e incomprensible cambio de actitud, las autoridades rusas informaron este martes que cerraron una investigación criminal sobre la rebelión armada encabezada por el jefe mercenario Yevgeny Prigozhin, líder del grupo mercenario Wagner. La paradojal decisión, contrasta con las penas del infierno, que había prometido el Presidente Vladimir Putin, quién había asegurado que los rebeldes pagarían caro haber intentando alzarse en armas contra el Estado ruso. El Servicio de Seguridad Federal, o FSB, dijo en la jornada de este martes, que su investigación encontró que los involucrados en el motín “cesaron las actividades dirigidas a cometer el crimen”, por lo que el caso judicial no se llevaría a cabo, por lo cual a nadie de los involucrados se le presentarían cargos criminales. El anuncio del Kremlin, fue el giro más reciente, en una serie de eventos sorprendentes ocurridos en los últimos días, que han traído la amenaza más grave hasta ahora para el control del poder del presidente Vladimir Putin en medio de la guerra de 16 meses que lleva a cabo en Ucrania.
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