En Nepal, una ola de protestas lideradas por jóvenes de la Generación Z ha desencadenado una crisis política significativa, resultando en al menos 25 fallecidos y cientos de heridos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. La represión policial, calificada como una de las más violentas en la historia democrática reciente del país, provocó la dimisión del primer ministro K.P. Sharma Oli. Las manifestaciones, que incluyeron incendios en residencias de políticos y edificios gubernamentales, surgieron inicialmente en respuesta a la prohibición de 26 plataformas de redes sociales, como Facebook e Instagram, bajo el argumento de falta de registro oficial. Sin embargo, el descontento se profundiza por denuncias de nepotismo y corrupción sistémica, evidenciadas en movimientos virales como #NepoKid, que critican el favoritismo en el acceso a cargos públicos. Nepal, con una población de 30 millones, enfrenta desafíos económicos como una tasa de desempleo del 10,7% y un PIB per cápita de USD 1.447, exacerbando la frustración juvenil. Aunque el gobierno revocó la prohibición digital, la violencia persiste, reflejando una lucha por transparencia y oportunidades en un contexto de creciente conectividad global y expectativas incumplidas.
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