A menudo se critica el turismo electoral como algo perjudicial para la democracia nacional bajo el argumento de que, candidatos foráneos o de otras regiones, no conocen las realidades locales, comunales o regionales y, por ende, no se atiende a las reales necesidades y aspiraciones de la ciudadanía y comunidades. Pero, ¿qué prefieren los electores?, ¿discriminan los electores según origen territorial del candidato?, ¿priman más las capacidades, el origen territorial o el posicionamiento mediático?, intentemos dilucidar estas interrogantes. Es natural que algunos candidatos muestren algún celo con su territorio, después de todo, algunos de ellos, los más dedicados, han invertido tiempo, recursos y llevan años de trabajo político con las comunidades, dirigentes, gremios, etc. El grado de conocimiento que la ciudadanía tiene de sus principales dirigentes políticos es fundamental para resultar electo, siempre y cuando, este conocimiento se asocie a una valoración positiva del candidato o candidata. La cercanía que siente el electorado respecto de un candidato también influye, y suele asociarse a la capacidad de resolver problemas puntuales en un determinado territorio.
El gran “talón de Aquiles” es la capacidad de resolver o dar respuesta a las innumerables problemáticas que se presentan. Pensemos, por ejemplo, en todos los problemas urgentes de resolver en una Región. Son tantos y tan variados que difícilmente se pueden abordar todos. Si además sumamos las condicionantes del aparato burocrático y los escasos recursos, nos encontraremos con que la demanda siempre superará a la oferta. Con todo esto, los candidatos locales pueden tener algunas ventajas comparativas, siempre y cuando, puedan demostrar capacidad de resolver y atender necesidades de la ciudadanía. En este sentido, candidatos que tengan experiencia en alcaldías pueden obtener cierta ventaja, ya que cuentan con alguna capacidad de gestión más o menos comprobable. Pertenecer al territorio, como variable electoral, no asegura la elección (valga la redundancia), de ser así, no hubiesen resultado electos muchos de los candidatos y candidatas que no pertenecen y/o no han vivido en las distintas regiones en que resultaron electos. Muchos de ellos resultaron electos gracias al posicionamiento mediático a nivel nacional. Para ser claros, gracias al conocimiento de su figura, trabajo o gestión, que se conoce por los medios de comunicación masivos, no necesariamente en el territorio en el que postulan.
Por otra parte, también existe el desgaste de los políticos locales, algunos que llevan años operando en el territorio y que han configurado una especie de feudo local y redes por todos conocidas, lo que abre la puerta al recambio. Un tercer factor, no menos importante, las estrategias que se establecen en los pactos y listas de candidatos que permiten, en algunos casos, aventajar a los competidores. Hoy existen algunas iniciativas parlamentarias que buscan limitar la elección a personas que no habitan en los territorios en los cuales se postulan, con al afán de mejorar nuestra democracia. Algo así como obligarte a vivir en un determinado lugar. Pero, tengamos en cuenta que estamos situados en pleno siglo XXI, en plena “era de la información” y de la “flexibilidad geográfica”, como señala el futurólogo y escritor Alvin Toffler. Es decir, en la era donde el trabajo se deslocaliza gracias a las ventajas de la tecnología, por ejemplo, el trabajo a distancia, teletrabajo, etc., el transporte cada vez más rápido y eficiente, que permiten a los trabajadores vivir en un territorio, trabajar en un segundo y votar en un tercero.
La comunicación, la geografía personal y la movilidad es muy distinta a como la conocimos hace 40 o 50 años. Hoy en día podemos tener conexión y comunicación fluida con territorios, dirigentes y autoridades sin necesidad de traslado. Los actuales medios de comunicación social, el conocimiento, el intercambio de información y de datos han logrado suplir, en parte, la permanencia. Más vale adaptarse al cambio y aceptar que habitamos un espacio en el cual cualquiera puede influir en mayor o menor medida independiente de donde viva.
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