La inauguración del Megapuerto de Chancay en Perú, aunque es un hito significativo para la región, se ha visto envuelta en controversia y preocupación. Programada para coincidir con el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Lima, esta ceremonia virtual, presidida por la Presidenta de Perú, Dina Boluarte, y el Presidente de China, Xi Jinping, refleja precauciones de seguridad y desafíos políticos internos. El evento surge en un momento de tensión social, con un paro nacional de transportistas y protestas previstas, criticando la seguridad y la gestión del gobierno peruano. Al mismo tiempo, expertos sugieren que este nuevo puerto podría amenazar la economía chilena al convertirse en una competencia directa en el comercio de exportación, potencialmente redirigiendo el tráfico marítimo que tradicionalmente pasa por Chile. El gobierno de Perú aspira a transformar el Megapuerto de Chancay en el “Singapur de América Latina”, una puerta de entrada para el comercio entre América del Sur y Asia. Este ambicioso plan busca posicionar a Perú como un nodo crítico para la logística global, pero enfrenta críticas sobre su impacto en las economías vecinas y cuestionamientos sobre su capacidad para garantizar la seguridad durante eventos significativos. La situación refleja los retos que enfrenta Perú en términos de seguridad y estabilidad política, justo cuando busca proyectarse como líder en infraestructura portuaria en el Pacífico Sur.
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