Este viernes pasado, los habitantes de Alepo, en el Norte, de Damasco y de Sueida, en el Sur de Siria, salieron a las calles a celebrar la “victoria de la revolución”. Una masiva concurrencia, conformada por ciudadanos más urbanos, junto con otros más rurales y otros musulmanes radicales, blandían la bandera verde, blanca y negro, con tres estrellas rojas, emblema aún no oficial, para celebrar la caída del dictador Bashar al Asad y un nuevo presente y futuro para el país. Se trata de una antigua bandera, que estaba prohibida y que el utilizarla significaba ser encerrado en una de las cárceles habituadas a la tortura. Ahora, el emblema tiene un significado patriótico, tras el retorno de la libertad después de más de 50 años gobernados por el régimen de la familia Al Asad. Los ciudadanos expresaron con sus cánticos, la felicidad por la libertad conseguida, y gritaban “Siria Libre”. El Primer Ministro, Mohamad al Bashir, llamó a los casi 6 millones de exiliados a regresar a Siria, y se comprometió a garantizar sus derechos. La nueva autoridad estará a cargo del país hasta el 1 de marzo del 2025, siendo aún incierto lo que pasará con Siria.
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