Verónica Romo
Directora Magister en Educación y Arte, UCEN
Hoy en día abrir un diario, escuchar o ver noticias, resulta una experiencia triste y preocupante. Los actos de violencia parecen cada vez más frecuentes y ello nos lleva a pensar que hemos perdido, en gran medida, nuestra capacidad de soñar y luchar por un mundo en el que todas y todos, humanos y no humanos, tengamos cabida, sin temor a que alguien nos dañe, física o moralmente.
Si consideramos que un ser humano se diferencia claramente del resto de los animales por esta capacidad de pensar y soñar el mundo que desea, cómo le gustaría que las personas y él o ella misma fueran, la forma en que cree que la sociedad debiera organizarse, podemos apreciar que los seres humanos somos seres valóricos. Porque cuando pensamos en la persona que deseamos ser y que los demás se aproximen, cuando pensamos en la sociedad que deseamos, esa persona y esa sociedad, no sólo están definidas por sus aspectos físicos sino, y tal vez más importante, por aspectos de comportamiento, de actitudes. Desde esta perspectiva el ser humano es un animal valórico, que define unos ideales que de una u otra forma conducen su vida. Es en esta forma que hacemos de nuestras vidas algo significativo, con sentido profundo.
Cuando intentamos expresar y comunicar estos ideales, tales como: la belleza profunda y vital que vemos en la naturaleza y a la que decidimos respetar y promover, la bondad que queremos sentir y evidenciar en nosotros y en todos los otros animales humanos, o la libertad que todos y todas tenemos para ser lo que auténticamente queremos ser en tanto no dañemos a otros seres del planeta, nos damos cuenta que las palabras de todos los días se quedan chicas, cortas.
Es como si el ideal no calzara adecuadamente en esas palabras cotidianas. Allí, aparecen los lenguajes del arte: son esos lenguajes metafóricos como la literatura, las artes visuales, la música y la danza, que dicen y expresan con profundidad subjetiva esos valores que queremos destacar y promover en nuestras vidas. Esto, cuando el lenguaje artístico construye obras de arte que, como decía George Santayana (1936) celebra la vida. Cuando el arte nos muestra claramente la interdependencia que tenemos entre estos sueños de una buena la vida, con la apreciación y expresión de este sueño en obras de arte.
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.
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