Ernesto Reinoso Rojas
DIRECTOR Y ENCARGADO DE ESTUDIOS DE OPINIÓN CONTEXTUS
Sociólogo, © Magíster en Ciencias Sociales / Profesor Universitario y Asesor Político / Comunicacional
Lo que expongo en estas líneas no pretende ser un análisis académico, sino una reflexión basada en mi reciente estadía de cinco días en Buenos Aires, Argentina, durante mis vacaciones. En ese breve pero intenso lapso, tuve la oportunidad de conversar con alrededor de 15 taxistas sobre la realidad política argentina. De todas las impresiones recogidas, hubo una frase que me quedó dando vueltas:
«Boric, al lado de Milei, es un estadista».
El comentario de un taxista de aproximadamente 50 años de edad, apuntaba a la forma en que cada mandatario ejerce su cargo. Mientras Boric, con todas sus falencias, parece habitar el rol institucional que le corresponde, Milei se comporta más como el dueño de una empresa sometida a sus constantes cambios de ánimo y malos tratos hacia colaboradores o personas que no piensan como él. Esta actitud, lejos de ser socialmente validada, se convierte en una bomba de tiempo encarnada en la figura del presidente.
Volviendo a las conversaciones con los taxistas y sin extenderme demasiado, la percepción sobre Milei era clara: «tenemos a un loco como presidente», «la gente pobre votó por él», «nos están usando como experimento económico» y «la clase media está devorando sus ahorros». Estas afirmaciones reflejan un panorama político y económico incierto. A nivel macroeconómico, algunos indicadores muestran cierta mejoría en comparación con los gobiernos anteriores, de corte más izquierdista, pero mi experiencia como turista me dejó una impresión distinta. Lo que más me impactó fue la cantidad de personas viviendo en situación de calle o revisando la basura, algo menos frecuente en Chile. Además, la equiparación del peso argentino con el dólar ha convertido a Argentina en un país caro para la vida cotidiana. Como bien me dijo un taxista, «Ché, viniste de vacaciones al país más caro del mundo».
Para finalizar estas líneas, el intenso calor húmedo del verano porteño, que genera una sensación de malestar constante, me pareció una metáfora adecuada de lo que muchos trabajadores argentinos sienten bajo el gobierno de Milei: un agobio persistente y difícil de sobrellevar.
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.
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