Ingeniero agrónomo, autor de la fórmula original, con la cual hoy se están alimentando gallinas que ponen “súper huevos”, sostiene que gracias a las enseñanzas ancestrales mapuche y su trabajo científico, Chile tiene una invaluable oportunidad para crear un círculo virtuoso, al producir huevos más sano y más baratos. Y de paso, alimentar a miles de niños vulnerables en Chile.
Francisco De La Peña recuerda que cuando trabajaba en Temuco, como investigador de la FAO, acostumbraba los fines de semana visitar comunidades mapuche, donde compartía con la “Ñañas” y “Machis” diversas experiencias en torno a la ancestral forma de cultivos, como también a las particulares “recetas” con las cuales alimentaban a sus gallinas y conseguían huevos atípicos, supuestamente más sabrosos y de bajo costo. Trece años más tarde, mira hacia atrás y se ve así mismo sumergiendo a una batería de análisis a dichos huevos, encontrándose con la sorpresa de qué, efectivamente, eran más sanos, ya que contenían 15% más de proteínas, 20% más de energía, un 3% menos de grasas saturadas, y un 50% menos de colesterol. Intrigado en el porqué de esas características, este ingeniero agrónomo dio finalmente en el clavo y se dio cuenta que al alimentar a las aves con los que muchos consideran “desechos” agrícolas y marinos, se podía generar lo que de ahí en adelante, gracias a su propia fórmula creada, basada en esta milenaria técnica ancestral, llamaría “el súper alimento para gallinas”. Aliado con la Universidad de Talca, De La Peña cedió su descubrimiento a esta casa de estudios, la que consiguió un importante financiamiento del Gobierno Regional del Maule, para continuar la investigación, siempre basándose en la fórmula original creada por este ingeniero agrónomo. Lo tremendamente novedoso de este alimento, es que no se elabora con los cereales tradicionales, que han subido mucho sus valores debido a la inflación, producto de la guerra en Ucrania, sino que se hace con la recolección de residuos orgánicos desde ferias libres y bordes costeros. Las gallinas que lo consumen, en general son de crianza al aire libre o “free grange”, no están alimentadas con antibióticos ni nada extraño y ponen huevos que, gracias al descubrimiento de este profesional, generan un círculo virtuoso tanto al productor, como al consumidor, mismo que se podría generar a nivel industrial y así llegar a más productores con un alimento de bajo costo y excelentes características nutricionales. Francisco De La Peña, sigue investigando en temas nutricionales. Confiesa que si bien las loas para su “súper alimento” hoy la disfrutan otros, el continuará trabajando en esa senda y ya cuenta con algunos modelos similares de “nuevas súper fórmulas alimenticias”, pensando en huevos de aún mejor calidad nutricional, que podrían calzar perfectamente con -por ejemplo- los requerimientos nutricionales de los niños más vulnerables del país, como podrían ser los alimentados por el Programa de Alimentación Escolar (PAE de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB). Pero, eso, es otra historia.
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