El sector es clave para la economía chilena. El particular clima mediterráneo y semiárido que caracteriza al país, desde el Desierto de Atacama hasta el Bío Bío en la zona sur, son los valores agregados que le han dado un sello de calidad de exportación a los productos agrícolas locales. Por ello, no contar con agua para su riego, es simplemente catastrófico.
Lo había solicitado el delegado presidencial regional del Maule, Juan Eduardo Prieto y lo ratificó la Ministra de Agricultura, María Emilia Undurraga, quién decretó “emergencia agrícola por sequia”. A través de ella, se ratifica que las regiones de Coquimbo, Valparaíso, O´Higgins y Maule entran en este estado, debido a la grave crisis hídrica que sufren las tierras cultivables y la producción de follaje para los animales.
Son casi trece años bajo esta condición, por lo cual la autoridad, escuchando a las regiones afectadas, informó públicamente que ha provisionado $8.000 millones para afrontar la crisis. ”Se hizo una evaluación caso a caso de los agricultores de la región, porque todos los territorios son distintos. Esto permitiría una acción más rápida y oportuna de los distintos instrumentos económicos de apoyo”, sostiene el delegado presidencial maulino.
La escasez hídrica del país, afecta directamente a la agricultura, sector que consume cerca del 70% del agua disponible en el país, la cual se transforma en alimentos para las familias que habitan en todo Chile. Actualmente, 146 comunas distribuidas en estas cuatro regiones, se encuentran en emergencia agrícola desde abril, desde el minuto que pasaron de ser una condición pasajera a una definitivamente estructural.
Las condiciones físicas del suelo y clima chileno, donde su carácter mediterráneo y semiárido, que abarca desde el Desierto de Atacama hasta el Bío Bío en la zona centro-sur, la convierte en claves para generar una exportación en el sector, ha obligado a la autoridad a solicitar a los agricultores a hacer un balance hídrico cuando siembren, para asi hacer un uso eficiente del agua.
Chile fue, és y debiera continuar siendo una potencia agrícola a carta cabal. Pero para ello, requiere contar con las condiciones metereológicas que permitan la producción de cultivos y un uso eficiente del agua tal como lo venía haciendo desde hace más de un siglo. Sin embargo, el cambio climático que afecta al mundo, con las reiteradas alzas de temperatura, han generado un catastrófico escenario.
Con temperaturas bordeando los 30 grados en julio -en pleno invierno- sumado a la megasequía que desde hace trece años azota al país, que ha generado escasas nevadas cordilleranas y por ende suministro de agua, tiene a los embalses de la zona central con déficit entre 50% y 60%, que hace que esta sequía que remece a Chile, sea la peor que se tenga registros.
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