El morbo en la era digital: Radiografía de un fenómeno llamado René Puente | Publimicro

El morbo en la era digital: Radiografía de un fenómeno llamado René Puente

La primera vez que oí hablar de René Puente, fue el año 2023, en una conversación con unos amigos, en la que discutíamos cómo ciertos políticos, habían utilizado las redes sociales con muchísimo éxito, tik tok especialmente, acercándose a un electorado más joven, participando en desafíos virales o siendo invitado de algún influencer. Fue entonces cuando un par de amigos me mostraron, no un simple nicho, sino un universo digital paralelo habitado por personajes y dinámicas que me eran completamente ajenos. El «Torneo de Cell» surgió como ejemplo paradigmático: una pelea virtual entre figuras chilenas de TikTok, donde insultos y amenazas lanzados en videos esperaban la réplica de sus contendientes. Nombres como El Loco René, el Vendedor de Leña, Papi Micky, Flaitiano o Ñackson ostentaban una notoriedad que, fuera de la pantalla del celular, probablemente se limitaría a su barrio. Sin embargo, gracias al acceso relativamente democrático de estas plataformas de redes sociales, alcanzan miles de seguidores y sus videos cosechan millones de reproducciones.

René Puente, o El Loco René o El tío René es un hombre proveniente de la comuna de Pedro Aguirre Cerda, tiene 45 años, posee una discapacidad intelectual leve y es una “figura” de internet manejado por terceros. En sus videos se lo ve fumando marihuana, tosiendo, insultando, bailando, riendo, siendo agresivo y misógino y así… un amplio y bizarro arco dramático de completo vacío intelectual y vergüenza ajena.

Pero, más allá del personaje en sí, ¿qué resulta tan cautivador en sus videos? ¿Por qué una multitud lo sigue, lo celebra o incluso lo insulta? La respuesta más probable reside en el morbo: ese interés desmedido por individuos, objetos o situaciones que se perciben como desagradables, prohibidas, escabrosas o incluso repulsivas. No se trata de calificar a René Puente como inherentemente repulsivo, pero debemos reconocer que su contenido social , con el que además lucra, transita constantemente por los límites de la incomodidad, la estupidez y la decadencia. Un contenido que, me atrevería a decir, es muy masculino, y reminiscente de aquello que la cultura woke busca desterrar, pero que, innegablemente, persiste.

Y aunque me gustaría creer que esto no tiene que ver con las clases sociales y el acceso a la educación, lamentablemente me parece que sí, pero más allá del fondo, pienso que sólo tiene que ver con las formas, con el acceso a cierto tipo de “espectáculos” o experiencias, con tipos de personalidades y ese vacío nihilista que deja nuestro sistema de producción, en espacios donde todo se traduce en consumo y muy poco en reflexión. ¿por qué gastaría mi tiempo viendo este tipo de videos? Probablemente porque, así como podría pasar horas scrolleando en Instagram, Facebook o Pinterest, otros ocupan su tiempo viendo videos que inician en curiosidad y mutan en fascinación morbosa .

¿Existe placer en presenciar la denigración de otros seres humanos? Pues sí, reírnos y ser partícipes del bullying aunque sea de modo pasivo, amparados en el rebaño, es una actitud documentada desde siempre, pensemos en las sátiras romanas y griegas, en los bufones y saltimbanquis medievales, en los carnavales y circos o en la figura el loco del pueblo.

Podemos avanzar hacia un mínimo civilizatorio, excluyendo formas de ridiculización y actitudes denigrantes de nuestro sistema educativo, por ejemplo, pero algo en nuestro acervo cultural parece estar latente todavía, y sería relevante preguntarnos ¿Por qué?.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.

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