El Maule marca el quiebre y la política deja de ser asunto de familia | Publimicro

El Maule marca el quiebre y la política deja de ser asunto de familia

La reciente primera vuelta presidencial y parlamentaria dio un golpe electoral que dejó fuera del Congreso a Juan Antonio Coloma Álamos, marcando no solo el cierre de una larga trayectoria familiar en la política maulina, sino además dando una señal que se cruza con el clima nacional, en el que Chile entra a una segunda vuelta presidencial con valiosos votos aún incógnitos, y donde los partidos se ven forzados a entender que la ciudadanía no está premiando la lógica de los feudos —en apariencia— ni las herencias políticas.

La derrota de Coloma hijo, en un territorio donde el apellido parecía una institución, dejó al descubierto el desgaste de un modo de hacer política que por años funcionó sin grandes cuestionamientos, ya no basta la marca familiar. Ese mensaje pesa doble cuando pensamos en las negociaciones que se vienen para la segunda vuelta del 2025. Los partidos tendrán que buscar apoyos desde el territorio, no desde la comodidad de estructuras internas que antes parecían suficientes.

La Cámara de Diputados, además, llega a este momento con un recambio importante. Entraron caras nuevas, varias de la televisión, alejados de los pactos tradicionales y más enfocados en conectar con el deseo de seguridad y estabilidad que reclama el votante en este período. Extrañamente, el tono de las negociaciones de apoyo presidencial están supeditadas a mercaderes cuyo show sacó sorpresivos réditos y cuyos votos quedan suspendidos para ser captados por ambos extremos en contienda. En el parlamento, los recién llegados, y los reelectos en algunos casos, van a querer capitalizar su independencia y/o hacer frente a un clima marcado por la ola republicana.

En ese contexto, el caso Coloma es simbólico, pues por más de tres décadas, la continuidad del apellido en el Congreso fue presentada como una forma de estabilidad. Pero para un electorado bastante errático, esa estabilidad es reflejo de estancamiento. La idea de que el poder se queda “en la familia” simplemente dejó de tener legitimidad social. El Maule, lejos de confirmarse como un bastión conservador, mostró que también puede romper inercias y dar portazos cuando siente que no lo están escuchando.

La UDI pierde una figura que esperaba consolidar y aunque no se queda con menos capacidad territorial para negociar apoyos, sí se puede decir que cada voto arrastrado desde regiones es decisivo. Nadie está en condiciones de dar por sentado votos automáticos; ni siquiera dentro de su mismo sector.

Lo que llama la atención es que queda claro es que Chile no está en un momento político donde los apellidos garantizan continuidad, el recambio empieza a tener efectos reales y donde las negociaciones se construirán con parlamentarios que responden más a sus bases que a la cadena jerárquica de siempre.

Si algo mostró el Maule es que el país está pidiendo otra forma de representar. Y en una segunda vuelta donde los republicanos prometen arrasar, ignorar los mensajes que deja la ciudadanía que prefirió alternativas como Parisi o a Káiser, podría ser un tremendo error a futuro.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.

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