La industria vitivinícola global enfrenta una crisis sin precedentes, con una producción que cayó un 10% en 2023, alcanzando su nivel más bajo desde 1961. Este declive se atribuye en gran medida a fenómenos climáticos extremos, como los incendios forestales, cuya intensidad y frecuencia han aumentado debido al cambio climático. En Chile, la Región del Biobío, junto con Ñuble y La Araucanía, ha sido particularmente afectada, no solo por la destrucción directa de viñedos, sino por un impacto más sutil y persistente: la alteración de la calidad de las uvas debido al humo. Este fenómeno, conocido internacionalmente como ‘smoke taint’, ocurre cuando el humo de incendios es absorbido por la piel de las uvas, dejando rastros aromáticos que se intensifican durante la fermentación. Aunque en regiones como California y Oregón ya se ha estudiado ampliamente, en Chile ha ganado relevancia tras los incendios de 2023 que arrasaron cerca de 430.000 hectáreas, especialmente en el Valle del Itata, un área clave para la vitivinicultura nacional. Investigaciones de la Universidad de Concepción han confirmado la presencia de compuestos como el guayacol en uvas expuestas al humo, lo que explica la aparición de notas ahumadas en los vinos.
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