Johannes Kaiser ya no es el mismo actor que irrumpió con fuerza en la carrera presidencial hace unos meses. Su abrupta caída en las encuestas de opinión lo evidencia con claridad: mientras en abril marcaba un 15% de apoyo, hoy apenas alcanza el 6%, según la última encuesta CADEM del domingo 25 de mayo.
Esta pérdida de casi 10 puntos porcentuales responde, en gran parte, a que su discurso comenzó a chocar con la realidad política y social del país. Propuestas como el rechazo a las vacunas, la flexibilización del acceso a armas de fuego, la rebaja generalizada de impuestos y otros “ofertones” de tinte populista, fueron perdiendo fuerza al ser percibidos como inviables o desconectados de las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía. Y recordemos que, la historia reciente nos ha demostrado en incontables oportunidades, que el ciudadano de a pie chileno, al final termina acercándose al centro de la política. Somos un país conservador, que disfruta de la estabilidad y el orden.
A la caída de la preferencia por Kaiser se suma otro factor clave: su escuálido bagaje político y la inexistencia de una “espalda política” que lo avale. En un escenario marcado por la desconfianza hacia figuras inexpertas, esta debilidad estructural no pasa desapercibida para los votantes. El capital político que perdió Kaiser parece haberse trasladado, en buena medida, a José Antonio Kast, quien ha mostrado un perfil más sólido y constante dentro del mismo espectro ideológico.
Desde el plano comunicacional, se destacan falencias en las “habilidades blandas” del diputado. El desempeño de Kaiser en espacios de debate como Tolerancia Cero (emitido el mismo 25 de mayo), mostró una menor tolerancia al intercambio de ideas y un nivel de rigidez que contrastó con la soltura que tuvo en los primeros meses del año. Su lenguaje corporal, actitud defensiva y falta de profundidad en algunos temas evidenciaron que su “cuenta de ahorro político” ya no es la misma.
Hoy, el principal desafío de Kaiser es evitar una caída total y administrar con inteligencia el capital político que aún le queda. Lo más probable es que ese caudal termine en apoyo explícito a Kast, con quien comparte mayor afinidad programática, a diferencia de lo que ocurre con Evelyn Matthei, con quien ha mantenido marcadas diferencias públicas. Salvo que ella pase a segunda vuelta, una alianza en esa dirección se ve, por ahora, poco probable.
El fenómeno Kaiser tuvo un ascenso veloz, pero su ciclo parece haber sido breve. Su futuro inmediato dependerá más de su capacidad para negociar con otros actores que de una recuperación propia en las encuestas. La política chilena en período de elecciones vuelve a sorprendernos, y quedan algunos meses en los que seguramente seremos testigos de muchas novedades al respecto.
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