El centro de Talca y su herencia olvidada | Publimicro

El centro de Talca y su herencia olvidada

Caminar por el casco histórico de Talca es como recorrer un fantasma. En estos meses de frío, parece una escena de Silent Hill, una ciudad fantasma cuyas ruinas hablan de una identidad derruida a punto de quedarse sin historia. La sensación de abandono en pleno centro no solo golpea los sentidos —porque la vista ya no encuentra belleza, ni la memoria refugio—, sino que deja en evidencia una falla estructural y profunda: la ciudad no ha sido capaz de reconstruirse después del terremoto de 2010.

Con esfuerzos infructuosos de restauración post desastre, los compromisos públicos y las promesas de recuperación del patrimonio no han dado fuertes avances, más que expandir la ciudad hacia el sector oriente, quitando aún más la posibilidad de revivir el centro de Talca. El caso más simbólico es el del Mercado Central. A más de una década del sismo, su reconstrucción ha sido un proceso interrumpido, lento y frustrante. La calle 1 Sur, entre 4 y 5 Oriente, debería ser un paseo vivo, lleno de cultura y patrimonio. Hoy es una postal deslucida, un paisaje urbano deteriorado y sin alma.

Pero el deterioro no termina ahí. A una cuadra la Plaza Cienfuegos, que alguna vez fue un lugar de sombra, esparcimiento y vida comunitaria, hoy es un espacio inhóspito. Lo que debería ser una plaza, es más bien una planicie de concreto que en verano actúa como una plancha ardiente. No refresca, no invita, solo ahuyenta. Y al fondo, como un monumento al abandono, está la Escuela de las Concentradas, otro edificio patrimonial cuya restauración brilla por su ausencia. Como un ícono caído, el imponente edificio pareciera esperar a que alguien se haga cargo.

Mientras tanto, lo único que crece en el centro de Talca es la proliferación de Malls o “moles” chinos, que se toman todos los espacios con una fachada urbana de chucherías y plásticos al por mayor. Y con ellos, vale cuestionarse qué modelo de ciudad se está promoviendo, donde el pequeño comercio local se ve desplazado, donde las calles pierden su vocación cívica y cultural, y donde lo patrimonial es visto como una carga y no como un valor.

Esta transformación silenciosa, y a la vez negligente, se ha dado frente a los ojos de todos, pero sin una estrategia clara, sin participación real de la ciudadanía, aunque hoy hay abierta una consulta ciudadana para decidir el futuro de la Diagonal, una de las calles más bonitas de la ciudad.

Recuperar la memoria, el valor simbólico y funcional del centro, y no solo su infraestructura, porque compartir la ciudad, reunirse y generar un sentido de pertenencia en torno a ella es un anhelo que hoy tristemente, se ve lejano. El patrimonio no puede esperar eternamente en ruinas, sería bonito soñar con proyectos de ciudad que ponga a las personas, su historia y su futuro, en el centro de todo.

Como habitantes, merecemos una ciudad viva, que respete su pasado y planifique con visión de futuro, uno que no se construye sobre el olvido. Sino desde el cuidado, la participación y la memoria.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.

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