Sebastián Fuentes Barraza
Sociólogo
Nos ganó de visita la peor selección de Sudamérica y ya no tenemos nada que esconder. Llegó el momento de quitarse la venda de los ojos para ver la realidad y describirla: tenemos una de las peores generaciones de fútbol de nuestra historia. Queremos a nuestra selección y debemos apoyarla, pero debemos hacerlo desde la realidad; basta de culpar a los entrenadores, porque ya han pasado cinco y el resultado no ha cambiado.
Lo que pasa es que cuesta adecuarnos a nuestro nuevo estatus porque la generación pasada ganó dos Copas Américas. Así fue, ganaron todos los partidos, estuvieron en todas las fiestas y con todas las modelos. En cambio, en la nueva generación, no veo a Gabriel Suazo en un Ferrari ni en la farándula se destapa algún romance de Víctor Dávila; pero más importante que eso, no veo que ganemos partidos. Mientras la pasada generación envejecía, me pregunto qué pasó con los polluelos, qué pasó con la incubadora, ¡quién la desenchufo antes de tiempo! Llevamos dos eliminaciones de mundiales esperando un recambio.
Pero como escribió Pascal, “muy poco basta para consolarnos porque muy poco basta también para afligirnos”. Quedémonos en lo primero, encontremos el consuelo en que estamos disputando las clasificatorias más fáciles de la historia y seguramente tendremos chances hasta el final. Pero para afrontar lo que viene, hay que aceptar la realidad y usar las herramientas correctas, que no son ni las del futuro ni las del pasado, sino las del presente. Porque a partir de ahora, se volverá a hablar del futuro, comenzarán los discursos de trabajo de inferiores, infraestructura e inversión; cualquiera de esos esfuerzos, de ser realizados, no darán frutos en el corto plazo y los partidos clasificatorios son dentro de este año y el próximo. También se insistirá en el pasado, con el regreso de Medel y Vidal o manteniendo a jugadores como Isla y Mena, que ya quedaron fuera de los últimos dos mundiales y que proyectan a la fecha del próximo mundial 39 años.
Nuestros medios están en el presente, en los Echeverría, Loyola, Díaz, que hasta hace muy poco estaban tapados por los Aránguiz, Vidal y Medel. Son estos tipos de jugadores los que han irrumpido muy tarde en nuestra selección y no gozaron de la posibilidad de crecer jugando partidos internacionales, porque los de antes, que sí tuvieron esa oportunidad, nunca quisieron dejar sus lugares y aún hoy siguen haciendo campañas para volver. Paradójicamente, esta generación es de las peores porque la mejor generación nunca les brindó la oportunidad de jugar, pero ya va siendo tiempo de que jueguen, y también, que mejoren.
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.
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