Cuando decimos que amar educa, lo que decimos es que el amar como espacio que acogemos al otro, que lo dejamos aparecer, en el que escuchamos lo que dice sin negarlo desde un prejuicio, supuesto, o teoría, se va a transformar en la educación que nosotros queremos. Como una persona que reflexiona, pregunta, que es autónoma, que decide por sí misma. Si creamos un espacio que acoge, que escucha, en el cual decimos la verdad y contestamos las preguntas y nos damos tiempo para estar allí con el niño o niña, ese niño se transformará en una persona reflexiva, seria, responsable que va a escoger desde sí. (…) Para que el amar eduque hay que amar y tener ternura. El amar es dejar aparecer. Darle espacio al otro para que tengan presencia nuestros niños, amigos y nuestros mayores
– Humberto Maturana Romesín
El artículo 12 de la Convención de los Derechos del Niño (1989), establece el “Derecho a expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones, en función de la edad y madurez”. Sin embargo, la participación infantil como fenómeno histórico es algo reciente, algunos autores señalan que hasta el medioevo, el niño/a era concebido como un “adulto pequeño” o como un ser incompleto y pasivo cuyo rol era ser educado para la adultez. De hecho, la etimología de la palabra “infancia”, proviene del latin infans: “que no habla, incapaz de hablar”.
Desde esa perspectiva, no parece extraño recordar frases como “cuando los adultos hablan, los niños escuchan”, o esa recurrente separación de espacios entre adultos y niños, relegando la infancia al ocultamiento social y al mundo privado. La escucha y participación negada, es un rasgo autoritario relativo a una jerarquía adulto/niño, que coarta o anula el vínculo entre adulto significante que reconoce al niño y lo acepta, estableciendo así, puentes comunicativos, relaciones de confianza, autoestima y más tarde, autonomía, variante clave en la consolidación de la democracia.
Durante el Renacimiento y el auge de la ciencia, se llegó a reconocer a los NNA como sujetos de derecho. Más actual es la valorización de NNA como un aporte a su entorno y a la contribución del bien común en la sociedad. La CDN (1989) por su parte, consagró 4 pilares fundamentales sobre los derechos de las infancias:
- La no discriminación
- El interés superior del niño.
- El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo.
- La participación infantil.
Sobre este último, actualmente en nuestro país y el mundo, se han impulsado modelos de participación infantil, basados en numerosos estudios en los sistemas de protección a nivel internacional y que en Chile han sido integrados mediante el Servicio de Protección Especializada Mejor Niñez, como un factor protector ante vulneraciones de derecho, ya que a mayor participación, menor nivel de riesgo y vulnerabilidad.
Dentro de los ejes centrales de Mejor Niñez, se refiere a los NNA como sujetos de derecho y por ende, de especial protección, siendo ellos protagonistas, que expresan sus necesidades desde sus impresiones y opiniones. Cabe detenerse en este punto, el que representa un desafío no sólo para Mejor Niñez, sino también para todos los ámbitos de participación ciudadana, que a la fecha exigiría la integración manifiesta, de la participación infantil significativa, asociada a la experiencia de NNA de ser informados, escuchados e involucrados en procesos de toma de decisiones, para lo cual precisan de información pertinente.
Los resultados de esta integración, se traducirían en el empoderamiento de los individuos, los que desarrollarían las habilidades de impactar sobre sus propias vidas y la de sus comunidades, volviéndose sujetos de derechos activos. La participación como un derecho fundamental, contribuye en sí a la co-construcción de ciudadanía y al fortalecimiento de capacidades y confianzas; al ejercicio de un Estado democrático y de derecho; al mejoramiento de políticas públicas y por último, al involucramiento desde la inclusión de todos los individuos en todas las áreas que afectan sus decisiones.
Ahora bien, el panorama general, representa un desafío tremendo, el que como mandato de Estado, implica a todos los órganos dependientes de este, y abarca los ámbitos en que NNA se desenvuelven, sean sociales, familiares, escolares, científicos, culturales, artísticos, deportivos o recreacionales, ello conforme a la autonomía progresiva de los individuos. Esto se establece en las bases administrativas del Plan Nacional de Participación de NNA y sus familias (Servicio Mejor Niñez, 2022), “Generar procedimientos idóneos, formales y permanentes destinados a recabar periódicamente la opinión de NNA sujetos de atención del Servicio(..)”. Como equipos, se nos propone ir más allá de la lectura supervisora de las instancias terapéuticas.
Se requiere de mejores prácticas e insumos a nivel interno de los órganos colaboradores de Mejor Niñez, pero también de la superación del centralismo que obstaculiza la labor local y la lógica subsidiaria del Estado en la ejecución segmentada de políticas públicas con implementación concursable de proyectos desde los territorios; generar espacios de formación y reflexión de los profesionales, desarrollo de estrategias y planes conducentes al progreso de la participación efectiva de NNA, porque los niños son los adultos del mañana y sus necesidades y voz, son inmediatas para construir el presente y futuro, con inclusión, equidad y democracia.
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.
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