La edición genética de cultivos está marcando un nuevo capítulo en la agricultura mundial, ofreciendo alimentos más nutritivos, resistentes y con mayor vida útil. Ejemplos destacados incluyen tomates que ayudan a prevenir la hipertensión en Japón, lechugas de larga duración en EE.UU., soya con aceites más saludables y papas de alto rendimiento en América. Además, empresas internacionales desarrollan innovaciones como moras sin semillas, paltas con menor pardeamiento y sandías más dulces, que prometen transformar tanto el consumo como la producción agrícola. Chile se suma a esta revolución biotecnológica con proyectos de alto impacto: NeoCrop Technologies avanza en un trigo alto en fibra, el Consorcio Biofrutales trabaja en manzanas de mejor calidad nutricional y el INIA desarrolla vides resistentes a hongos y adaptadas al cambio climático. Bajo un marco regulatorio flexible que diferencia la edición genética de los OGM, el país se posiciona como líder regional en innovación agrícola. En un contexto de sequía y suelos degradados, estas tecnologías emergen como herramientas clave para garantizar seguridad alimentaria, mejorar la competitividad y avanzar hacia una producción más sostenible.
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