Cuatro pilares para entender el escándalo de las licencias médicas falsas | Publimicro

Cuatro pilares para entender el escándalo de las licencias médicas falsas

No cabe duda que el escándalo de los viajes al extranjero y licencias médicas es uno de los mayores fraudes al fisco de los últimos años. Sin embargo, siempre fue un secreto a voces. No es algo que ocurriese en los dos últimos años, que es la fecha en que este fraude es pesquisado por contraloría, sino que se arrastra desde hace varios años. Si escudriñamos un poco, nos daremos cuenta que es un fenómeno extendido en toda la institucionalidad pública. Solo un par de datos, la frecuencia de licencias médicas en el sector público son casi tres veces las del sector privado y algunos entendidos apuntan a que el perjuicio fiscal es de tal magnitud que podría, incluso, haberse terminado con las listas de espera en la atención hospitalaria. Hoy hemos sabido casos escandalosos relacionados con esta temática, tales como, licencias médicas extendidas por varios meses e incluso años, remoción de jefes y directores de servicio que intentaron poner algún orden, presión de gremios, licencias utilizadas para viajes de placer, de negocios, estudios o simplemente para trabajar en otra cosa, etc.

Los casos suman y siguen. Lamentablemente los funcionarios públicos honrados, los que realmente “hacen la pega”, se ven enlodados por sus compañeros de trabajo que se aprovechan de las fisuras del sistema público. Para entender mejor esté fenómeno podemos entregar cuatro pilares fundamentales que lo explican. Primero, el factor cultural. Esa cultura del chileno sinvergüenza, ese que saca ventajas donde puede, “el pillo”, “el fresco”, ese que todos hemos conocido, ya sea en el ámbito del servicio público o en la empresa privada. Ese compatriota que aprende rápido de aquellos antiguos funcionarios, acostumbrados a “hacerla”, así de forma impune y silenciosa. Esa cultura que tiene muy complicados a los chilenos y chilenas que quieren vivir de forma honrada y en paz, porque la delincuencia y la sinvergüenzura acechan en cada esquina y nadie parece ponerle término. Segundo, la falta de control, tanto interno como externo. Al interior de las propias instituciones se hace “la vista gorda”, nadie sabe ni ve nada. Quizás simplemente se dejan llevar por la costumbre o quizás es parte de la idiosincrasia institucional chilena.

El sistema sigue igual y no cambia pues todos usufructúan de él. Control externo es más difícil, por años las fiscalizaciones no han dado abasto o simplemente no se han realizado. Lo que ha hecho hoy la contraloría es una verdadera novedad y no podemos sino desear que se le entreguen muchas más atribuciones. Además, que se implemente una especie de control interno en las propias instituciones del Estado para evitar este desangre de recursos. Tercero, el conocido “estatuto administrativo”, aquel instrumento burocrático que impide tomar cartas en el asunto de forma rápida, pues la protección al funcionario lo impide. Si bien puede constituir un buen instrumento para proteger los derechos del trabajador en casos de abuso del empleador y despidos injustificados, no es menos cierto que en el caso inverso, esto es, funcionarios que cometen faltas graves a la probidad o faltas relacionadas con sus funciones, se permite alargar demasiado los procesos y muchas veces sin llegar a ningún tipo de resolución, lo que paulatinamente va dejando un lastre funcionario al interior de la institucionalidad. Cuarto y no menos importante, el “piso político”. Tampoco es menos cierto que muchos de los funcionarios púbicos provienen del mundo político, ligados a los partidos o simplemente familiares y/o conocidos de tal o cual autoridad, personero público, etc. La institucionalidad chilena está cruzada por militantes de todo el espectro político, incluso algunos pertenecientes a las principales dirigencias comunales, regionales y nacionales de los partidos. El factor político también resulta ser un blindaje en una suerte de “protección cruzada” que no permite mayor rigurosidad en la persecución de aquellos que incumplen sus funciones y/o aprovechan de mala manera el sistema de protección al funcionario. En definitiva, y parafraseando una canción de la banda de rock chileno Sinergia, “si usted sabe lo que tiene que hacer, entonces hágalo bien”.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.

Síguenos en:

Logo Google News

Suscríbete al boletín:

Suscribete Gratis

Compartir

Hoy

Tu opinión nos interesa, evalúa tu experiencia

|

+56 9 5718 0343 Suscríbete Gratis