Hace un año, una emboscada mortal en Cañete impactó profundamente a la comunidad y a Carabineros de Chile, coincidiendo con el 97º aniversario de la institución. Los sargentos Carlos José Cisterna Navarro y Sergio Antonio Arévalo Lobos, junto al cabo primero Misael Vidal Cid, fueron asesinados y sus cuerpos incendiados, en un ataque que marcó uno de los episodios más oscuros en la historia reciente de la policía. El general director Ricardo Yáñez, cuya salida del cargo se pospuso debido a estos trágicos sucesos, estaba a punto de retirarse cuando ocurrió la tragedia, sumando una capa más de complejidad a la ya tensa situación. La comunidad de Cañete y las autoridades locales reaccionaron con una mezcla de incredulidad, dolor y una firme determinación de enfrentar y superar el trauma. El alcalde de Cañete y el delegado presidencial provincial destacaron la respuesta unida de la comunidad, la cual, a pesar del miedo y la consternación inicial, mostró una resiliencia notable. La captura de los hermanos Jefferson, Felipe y Tomás Antihuén Santi, acusados de este triple homicidio, ha sido un punto crucial en el proceso judicial, pero la herida sigue abierta en una comunidad que aprendió a reforzar sus lazos frente a la adversidad, recordando siempre a los carabineros caídos como mártires.
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