«El problema que tuvo el Presidente electo para vivir en San Miguel es que la Presidencia tiene exigencias: que no existan edificios a 100 metros a la redonda, que tengan dos salidas en calles paralelas e incluso garitas de seguridad en su interior. Este tipo de viviendas existen casi exclusivamente en el sector oriente», expresó a El Mercurio, la Alcaldesa de San Miguel, Érika Martínez, resumiendo así su decepción por no contar con el nuevo Mandatario como vecino.
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