La economía chilena, que creció a un modesto promedio de 1.9% entre 2014 y 2023, se enfrenta a la perspectiva de otra «década perdida». Según el último Informe de Política Monetaria del Banco Central, se espera que el crecimiento no supere el 1.8% anual de 2025 a 2034. Esta proyección ha sido calificada de insuficiente para satisfacer las necesidades y aspiraciones nacionales. Los efectos de un crecimiento tan limitado serían extensos, afectando directamente los salarios, el empleo y las condiciones de vida, ampliando la desigualdad y posiblemente incitando a la fuga de talentos hacia economías con mejores oportunidades. Este panorama no solo subraya la necesidad urgente de reformas estructurales que revitalicen la inversión y la innovación, sino que también plantea serios desafíos para la política social y la estabilidad del país. Ex ministros y expertos advierten que continuar en esta trayectoria de crecimiento «mediocre» podría resultar en una calidad de vida deteriorada, con pocas mejoras en los ingresos reales de las familias y un estancamiento en términos de desarrollo social y económico. El bajo crecimiento económico proyectado limitaría severamente las oportunidades para las generaciones actuales y futuras, cimentando un ciclo de descontento y desilusión que podría agudizar las tensiones sociales y políticas en el país.
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