Un ataque con drones en febrero de 2025 contra la central nuclear de Chernóbil en Ucrania ha generado graves preocupaciones sobre la seguridad nuclear global. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el incidente destruyó la capacidad de contención del arco protector instalado en 2016, diseñado para prevenir fugas radiactivas del reactor dañado en el desastre de 1986. Este arco, con una vida útil proyectada de cien años, perdió su función principal tras el ataque, que perforó tanto el techo exterior como la capa interior de la estructura. Expertos como Shaun Burnie de Greenpeace y Attila Aszódi de la Universidad de Tecnología y Economía de Budapest destacan que, aunque los niveles de radiación en la zona no han aumentado significativamente, el riesgo persiste debido a materiales radiactivos almacenados dentro del sarcófago soviético. La posible dispersión de polvo altamente radiactivo, facilitada por el daño estructural, podría extenderse más allá del sitio si no se toman medidas urgentes. Además, la entrada de humedad podría corroer el sarcófago, aumentando la vulnerabilidad. El OIEA ha confirmado que la integridad estructural del arco no está comprometida, permitiendo reparaciones, pero estas son complejas y costosas. La comunidad internacional enfatiza la necesidad de restablecer la contención para evitar una nueva crisis, subrayando la importancia de la cooperación en seguridad nuclear en contextos de conflicto. Este evento resalta los desafíos en la gestión de instalaciones nucleares en zonas de tensión geopolítica.
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