Bots, misoginia y el silencio lapidario de la derecha | Publimicro

Bots, misoginia y el silencio lapidario de la derecha

La reciente controversia sobre el uso de bots en la campaña presidencial no solo destapó una red de desinformación digital, sino que también dejó en evidencia algo mucho más profundo: la misoginia que subyace en las estrategias políticas de la derecha. Si bien el uso de cuentas falsas y anónimas para denostar no es un hábito reciente, en Chile la derecha ha sido el sector que ha sabido explotar con mayor eficacia el poder tóxico de estas herramientas.

Los ataques contra Evelyn Matthei no se limitaron a rumores sobre su estado de salud o a la difusión de noticias falsas. En su mayoría, se montaron sobre estereotipos sexistas, cuestionando sus capacidades desde un prisma profundamente machista. No es casualidad que la violencia política digital dirigida hacia mujeres, suele usar como insumo la misoginia socialmente instalada. Y en este caso, esa táctica no apuntó contra cualquier figura, sino contra una mujer que representa poder, liderazgo y aspiraciones presidenciales.

El caso de Patricio Góngora, ex director de Canal 13, terminó confirmando la existencia de estos “brigadistas digitales” que, desde las sombras, amplifican odio y mentiras. Sin embargo, este fenómeno no apareció de la nada. Hay una larga data deinvestigaciones previas, que pueden ser leídas en la plataforma LaBot sobre los  mercenarios digitales, donde se documenta cómo estas operaciones en línea han sido utilizadas en otros procesos políticos. Estos grupos organizados a cambio de financiamiento o intereses políticos, manipulan las redes sociales instalando discursos de odio, fake news de forma coordinada. El daño para la opinión pública es grave, pero en especial la misoginia como un recurso miserable.

No hay condena ante estos hechos por parte de la derecha extrema y sus candidatos. En ese sentido, Kast optó por desviar la atención, acusando participación en el reportaje de CHV del hermano de la candidata Jeannette Jara. El propio canal desmintió la acusación.

Ese gesto de Kast —eludir el problema y tirar una bomba de humo— revela la incapacidad patriarcal de reconocer un hecho grave que erosiona la democracia; y además muestra que no tiene voluntad política para frenar prácticas que no solo ensucian la competencia electoral, sino que refuerzan la violencia de género en la esfera pública. Un candidato serio, idóneo para la primera magistratura del país, debería haber condenado con claridad el ataque contra una mujer y haber llamado a transparentar el rol de las redes en campaña. Pero no lo hace porque le acomoda,  no decir nada y sembrar dudas, desinformar y reforzar la misoginia como estrategia de disputa política. Con ese ejemplar de hombre, ¿qué queda para el resto?.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.

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