Los altos costos de los insumos alimenticios en todo el planeta, ha pegado fuerte en las economías globales. Nadie se salva de sus repercusiones. Ni países emergentes, quiénes son los que más sufren, ni los más desarrollados, que también lo padecen en menor medida.
Desde los mercados en Sunset Park de Nueva York, pasando por La Boquería en Barcelona, el Mercado de Abasto de Buenos Aires o La Vega en Santiago de Chile, el Problema es el mismo…los precios de los alimentos se han disparado en todo el mundo, debido al mal tiempo, las sequías que afectan a gran parte del planeta y la pandemia que ha generado problemas en la cadena de suministros.
La FAO informó de una histórica alza de la tasa anual del precio de los alimentos de un 31% en octubre. De la misma forma, el índice de los productos básicos del FMI creció de forma similar. Con una inflación galopante en todo el orbe, los precios mundiales de los productos alimenticios son en 2021 más altos que en 2008 y 2011, años de las protestas en países árabes por los altos costos de la comida.
Desde Polonia, el Ministro de Agricultura, Jan Krzysztof Ardanowski, alertó sobre la crisis de precios de los alimentos, que combinado con el aumento de los costos de la energía, tiene al mundo caminando por la cornisa, por el peligro del sustento económico de millones de productores y lo que significa no poder garantizar la seguridad alimentaria de sus habitantes, tras vivir lo peor de la crisis sanitaria por el Covid.
El fantasma de la hambruna preocupa a los líderes mundiales. Especialmente lo que puede ocurrir en aquellas naciones menos desarrolladas, donde podría resurgir la pandemia de la falta de alimentos, tal como ocurrió en la década del 70. Hoy, afectaría a los países más emergentes, donde los precios de los alimentos se dispararon, lo cual ha redundado que hoy se está comprando menos que antes. Simplemente, porque está todo más caro.
Sólo en el caso de la OCDE, la organización que reúne a los países más prósperos del mundo, de la cual Chile es miembro desde el 11 de enero del 2010, la inflación ligada al precio de los alimentos, es del orden promedio en octubre de 4,5% en las 30 naciones miembros, que son en mayoría países ricos, tres veces más de lo que era en mayo.
El efecto ha sido menos dramático en las naciones con “commodities”, como es el caso de Chile y el cobre, donde el alza sólo fue de 1% en septiembre, ya que ellos se pagan en dólares. En cambio, la mayoría de los países emergentes, como Argentina, Brasil, Colombia, Rusia o Turquía, los precios han subido hasta 10%, hecho que se ha visto potenciado porque sus monedas se han desvalorizado dramáticamente frente al dólar.
En estas últimas naciones, el problema de los altos costos de los alimentos y la caída de los ingresos, se ha convertido en un grave problema político, con el consabido rechazo y la baja adhesión a los mandatarios de turno por parte de sus habitantes. Sólo en Brasil, el índice de precios al consumidor de alimentos y bebidas anual aumentó en un 12% en septiembre.
Hoy, a modo anecdótico, muchos cariocas se han visto obligados a convertirse en flexitarianos (vegetarianos que consumen carne en algunas ocasiones), simplemente debido al alto costo de la carne. En los países desarrollados, si bien el tema es un poco mejor, igualmente se ven afectados los menores ingresos. En Europa subieron un 2% los alimentos y en EEUU lo hicieron en un 4%, complicando a los más pobres.
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