Mientras las tropas ucranianas recuperaron en cinco semanas una porción del territorio de su país, que le había costado seis meses en conquistar a los rusos, a solo 60 kilómetros del frente, en el balneario de Armyansk, en la península de Crimea (ocupada por Rusia desde 2014) sigue repleto de turistas rusos que cruzan en hordas el puente Kerch para pasar sus vacaciones al sol. Esta es sólo una de las tantas contradicciones de la guerra que se replican en Moscú. Allí continúa, tras una semana de incertidumbre, la purga lanzada por Putin entre los militares después del motín protagonizado por Yevgeny Prigozhin el jefe de los mercenarios del Grupo Wagner. Según Wall Street Journal, ya fueron retirados del mando 13 altos comandantes, siendo el más destacado el jefe de las fueras aeroespaciales Sergei Surovikin, quién está desaparecido desde hace tres semanas, mientras que se conoció un audio del general de división, Iván Popov, en el que asegura haber tenido duras peleas con sus comandos superiores. Fuertes rumores, sostienen que Prigozhin podría ser juzgado por Putin por crímenes de guerra junto a varios de sus comandantes.
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