Chile realizó su transición anual al horario de verano, ajustando los relojes una hora adelante, lo que ha generado un debate sobre la alineación del huso horario con las condiciones geográficas reales del país. A pesar de ubicarse geográficamente en el huso horario UTC-5, Chile opera bajo el UTC-3, una medida implementada en 1968 por razones energéticas. Arturo Gómez, un reconocido astrofotógrafo, critica esta decisión, argumentando que no solo afecta negativamente el ciclo circadiano del cuerpo humano al desincronizar el mediodía solar del reloj, sino que también provoca un impacto adverso en la salud pública. Aboga por una reevaluación de esta política, sugiriendo que Chile debería considerar permanentemente el huso horario UTC-4, más acorde a su ubicación y menos perjudicial para la población.
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