La presencia en el coaching no se refiere a estar física o virtualmente con alguien, sino habitar el momento con plena conciencia, apertura y conexión. Como nos recuerda el autor Thomas Hubl, “Las palabras son importantes, pero la presencia es lo que transforma”.
Si bien las palabras trazan caminos y abren posibilidades, pero es sin duda, la presencia la que sostiene, la que da vida y calor al proceso.
En el coaching ontológico, esta actitud se convierte en el sostén que permite al coachee sentirse visto, reconocido y acompañado.
La presencia consciente del coach es como aquella tribu ancestral que nos protegía, que nos ofrecía calma y seguridad. Aunque los tiempos han cambiado, nuestro ser profundo sigue necesitando la compañía del otro para regularse y abrirse a nuevas formas de vivir.
La mirada, el tono de voz, el silencio atento o la simple compañía pueden modificar profundamente la experiencia interna de una persona. Cuando un coach observa sin juicio y con apertura, el coachee comienza a verse de otra manera, descubriendo nuevas formas de estar en su mundo.
Estar presente significa reconciliarse con uno mismo, dejar de huir del pasado o del futuro y permitir que la vida se exprese con claridad, reclamando con ello, su debido tiempo y espacio. Es estar en contacto con lo que nos sucede y con el mundo que nos atraviesa, que nada enmascare la realidad, ya que la presencia no busca la calma, sino la verdad, incluso cuando eso que nos sucede sea confuso, incómodo o doloroso. En ese espacio de atención plena, la mente se aquieta y lo esencial se revela.
La presencia es, entonces, la base del acompañamiento transformacional, sin ella, el diálogo se reduce a palabras; con ella, se abre un espacio de aprendizaje profundo y auténtico. Es un acto de entrega y de escucha que invita a la transformación tanto del coachee como del coach.
Y así, la invitación es a detenernos un momento y preguntarnos:
¿Qué significa para ti estar presente?, ¿Qué pensamientos te alejan de esta experiencia?, ¿Qué prácticas te ayudan a recuperarla? Estas preguntas no buscan respuestas rápidas, sino abrir un espacio de silencio y conciencia desde el cual podamos diseñar nuevas acciones más coherentes con el Ser que anhelamos habitar.
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