Ninguna encuestadora nacional logró anticipar el resultado que obtendría Franco Parisi en las elecciones. De hecho, varios estudios lo proyectaban con menos de 10 puntos, una predicción que terminó completamente desfasada de la realidad. El fenómeno Parisi vuelve a poner sobre la mesa una dificultad histórica de las encuestas tradicionales: no logran captar al votante silencioso, ese que no responde a partidos ni a lógicas ideológicas convencionales.
Según el análisis de Ernesto Reinoso, director de Contextus, la votación de Parisi está fuertemente ligada a un electorado no politizado, que valora el mérito personal y rechaza tanto a la elite política como a los extremos ideológicos. Este perfil conecta con el relato del propio Parisi: un profesional de origen humilde que “le ganó al destino”, según sus propias palabras, y que ha sabido posicionarse como una alternativa disruptiva, sin el lastre de los partidos tradicionales.
Parisi también entendió mejor que nadie lo que ese grupo quería oír: críticas directas a los sueldos de la burocracia, rechazo a la clase política tradicional, y un discurso que apela a la autosuperación, como cuando afirma “si yo pude, tú también puedes”. En este sentido, se convirtió en la verdadera novedad de la elección, ocupando el mismo lugar que en otros comicios tuvieron figuras como Beatriz Sánchez o Marco Enríquez-Ominami. Su ascenso deja una lección clara: hay un segmento social en busca de un nuevo relato, y las encuestas aún no saben cómo encontrarlo.
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