La salida sorpresiva de Mario Marcel como ministro de Hacienda por motivos personales ha generado reacciones mixtas en el ámbito político chileno. Desde la oposición, se expresa preocupación por la estabilidad económica, señalando que su partida podría aumentar la percepción de riesgo país y afectar la confianza de los mercados en un momento crítico, como la discusión del presupuesto nacional. Figuras como Arturo Squella y Frank Sauerbaum lamentan la pérdida de un interlocutor técnico, aunque critican su alineación con políticas gubernamentales. En contraste, el oficialismo destaca su gestión en la reducción de la inflación y la modernización tributaria, confiando en una transición ordenada. Este evento subraya las tensiones internas y los desafíos de gobernanza en la administración actual.
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