En terreno perdido, Matthei puede ganar: ¿qué pasa si decide romper con los extremos masculinos de su derecha? | Publimicro

En terreno perdido, Matthei puede ganar: ¿qué pasa si decide romper con los extremos masculinos de su derecha?

La escena política en Chile tomó un nuevo impulso tras las primarias del oficialismo del fin de semana antes pasado. Como una competencia de apnea, los y las candidatas se preparan para sumergirse en los meses más duros de su vida para ganar la elección, —algunas trayendo la fuerza de un triunfo avasallador a cuestas, como es el caso de Jeanette Jara— mientras que otras, expresan un evidente desgaste propio de una política cuyo semblante se mueve de un extremo a otro. Es en este contexto que Evelyn Matthei enfrenta la erosión constante de su base electoral. Si hace aproximadamente cinco meses atrás, su figura despertaba cierta esperanza con un liderazgo en cifras entre 25% y 36% en Cadem, reflejaba una percepción de candidata presidencial sólida. Hoy, esa certeza se ve desplomada, ubicándola en el tercer puesto de las preferencias, atrapada entre Kast y Jara, mientras un creciente segmento de la ciudadanía se declara indeciso o prefiere opciones más radicales, como Johannes Kaiser.

Este declive no es fortuito. Las atmósferas de debate polarizado, donde los extremos ganan visibilidad y adherencia, han ensanchado un espacio donde ya no hay lugar para lo que alguna vez fue su “centro responsable”. Las polémicas opinones de Matthei acerca del golpe de Estado de 1973, más otras críticas institucionales y defensores que no terminan por convencer del todo, han instaurado una sensación de irritabilidad en su figura pública. Peor aún, en los debates su presencia no resalta; se percibe más reactiva que propositiva, no hallando un relato convocante más allá de su propia base. Y eso es peligroso a la larga, porque como se ha visto antes, a los candidatos que “van al choque”, rara vez les va bien, terminan trasquilados y fuera de carrera.

Ahora bien, no todo está perdido. Matthei tiene a su favor una estructura sólida que le han dado años de política, un comando que debería ser metódico en estos meses y aún tiene el respaldo de su histórica coalición. Con la caída de su figura se demuestra que tendrá que trabajar en una transformación urgente. Su trayectoria política parece no bastarle, ni tampoco ser la candidata de la derecha tradicional. Su discurso tiene que reconstruirse sobre un relato moderno, pragmático y comprometido, capaz de sumar jóvenes, regiones y mujeres independientes, que es de donde podría convocar.

Y es quizás, un punto importante, el siguiente. Si es capaz de levantar una propuesta bien diseñada para enfrentar a sus oponentes, —me refiero a los hombres de su sector que representan retroceso e ideas de extremo, en especial para las mujeres— y logra construir un relato que desarme la lógica machista, levantando ideas que refuercen su experiencia sin rigidez, y en cambio muestre cómo se traduce en destreza para negociar, gobernar y progresar con estabilidad sin ruptura, podría ganar cancha.

Con la pérdida sostenida del último tiempo, Matthei necesita revertir una tendencia, y abandonar el terreno tibio que la ha mostrado tan inestable. En la cuenta regresiva, la aparente moderación con que se ha mostrado torpemente, requiere redefinir su liderazgo, y dar señales que resuenen y despierten nuevas simpatías entre los votantes de su sector, restando a los extremos.

En una campaña donde Kast iguala y en algunos escenarios incluso supera a Matthei en intención de voto, ella corre contra el tiempo. Restaurar una imagen de mesura y revivirla como una propuesta interesante, sólida y que traiga la estabilidad que anhelan muchos votantes sería una parte clave del plan. Y ese equilibrio es precisamente lo que podría rescatar algo muy valioso: la fe del centro político y del voto útil, que si no se reinscribe, desaparecerá en favor de opciones más rotundas.

Si logra reposicionar su relato y recapturar el espacio democrático moderado, Matthei puede dejar de ser la figura erosionada para convertirse en la contenedora necesaria frente a los extremos que presentan los hombres de su sector. Pero eso exige cambiar su campaña, admitir errores y construir un discurso que sea a la vez responsable y esperanzador. Ese es el reto de la candidata que siempre está, pero que hoy no alcanza.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.

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