Sebastián Fuentes Barraza
Sociólogo
No ha sonado la campana aún para Imane Khelif, la ganadora en los últimos juegos olímpicos de la medalla de oro en boxeo femenino en categoría 66 kilogramos. El medio francés Le Correspondant, revivió la polémica que se había encendido desde el primer combate de Khelif, cuando con un solo golpe dejó out a su adversaria. Con tal apubullante fuerza, no se hizo esperar la revisión de sus antecedentes y se reveló que la Organización Internacional de Boxeo, basada en un informe médico, le había impedido competir en el mundial de la especialidad al no cumplir con ser una mujer en términos biológicos; sin embargo, el Comité Olímpico Internacional (por sus siglas COI) desestimó aquello y Khelif se alzó con la medalla. Decíamos que Le Correspondant revivió la polémica y fue porque esta semana reveló lo que serían informes médicos (previos a los juegos olímpicos) de hospitales de Francia y Argelia. Algunos de los resultados de los informes: Khelif tendría cromosomas XY (mujeres presentan cromosomas XX), nivel de testosterona de 14,7 (mujeres no superan el nivel 3), ausencia de útero y testículos internos.
Si retrocedemos en el tiempo, notificaremos que las humanidades han acompañado a las ciencias y la técnica, y que a medida que han avanzado las segundas, las primeras han estudiado los cambios que en el hombre y la sociedad se producen. El filósofo Mircea Eliade estudió los cambios en la cosmovisión del hombre con la aparición de la metalurgia, es de imaginar la impresión que dejó en nuestros antepasados ser como magos transformando los minerales en metales. Se ha estudiado también la revolución del neolítico, que con el descubrimiento de la agricultura, dio el paso de organizaciones humanas nómadas a sedentarias. Y en la sociedad moderna, fue con la extraordinaria revolución industrial cuando surgió la sociología, que se dedicó a estudiar críticamente los cambios sociales que se estaban produciendo. A partir de allí, la ciencia no ha cesado de evolucionar, trayendo como las más recientes, las revoluciones del internet y la inteligencia artificial; pero ¿y desde las humanidades?, parecieron quedarse estancadas en una crítica sempiterna a la sociedad capitalista, que no paraba de acumular progresos sociales pese a toda advertencia que hacían.
¿Por qué menciono ese panorama entre ciencias y humanidades?, porque es en ese caldo de cultivo, en el que finalmente, las humanidades consiguieron su anhelada revolución. Habiendo fracasado en el siglo XX las ideas marxistas que gran porción de las humanidades apoyó y apoya hasta la fecha, ha aparecido en el siglo XXI la ideología de género que, junto con otras ideologías que convergen en lo que hoy se llama progresismo, irrumpieron con tal fuerza que no solo no requieren de acompañar a la ciencia, sino que hasta reniegan de ella. Baste decir que, en todos los medios de comunicación, se establece que la condición de Khelif se produciría por una deficiencia de alfa 5 reductosa, siendo esta una anomalía genética que solo afecta a “hombres biológicos”. Huelga decir que los medios deben especificar “hombres biológicos”, porque hoy se puede ser hombres sin serlo biológicamente. Nosotros no entremos en polémicas, no importa si estemos de acuerdo o no, pero cumplamos con decir que así es hoy. La idea de ser hombre o mujer ya está tan difuminada por las humanidades, que el COI, a propósito de Khelif y otro caso similar, sin disponer de informes médicos (y científicos), declaró que: “en sus pasaportes figuran mujeres y, por tanto, son mujeres”. Parece ser que lo de los cromosomas, como se identificaría a un hombre o mujer a la antigua usanza, ya no serían determinantes.
El cargo de toda esta situación es que se permitió competir en desigualdad de condiciones físicas. Khelif es inocente de su condición, la cual según el informe médico revelado, se produciría porque sus padres serían parientes consanguíneos. Acaso sí se pueda cuestionar la honestidad deportiva de Khelif y de su equipo de ser los informes médicos precisos y ellos contaran con esa información. Pero en verdad, poco se le puede pedir a Khelif, que dicho sea de paso, debe estar tremendamente afectada. Poco se le puede pedir si el COI y la sociedad occidental son incapaces de llamar a las cosas por su nombre. Y ahora, la medalla está en cuestionamiento, pero no es lo único en cuestión, porque la acción ya no transcurre en el cuadrilátero sino fuera de él, con lo social, lo valórico y lo científico buscando dar respuestas a lo que vendrá.
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.
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