Sebastián Fuentes Barraza
Sociólogo
En Francia, la muerte de un joven de ascendencia africana que intentó evadir un control policial, generó una ola de disturbios criminales perpetrados con probabilidad por jóvenes de ascendencia del norte de áfrica. Hace unos días, la asociación empresarial francesa MEDEF, consignó que los disturbios han dejado hasta el momento 1.100 millones de dólares en daños. No solo se dañaron edificios de la policía, sino todo tipo de instituciones gubernamentales, no solo empresas privadas de grandes capitales, sino más de 500 almacenes de barrio. La destrucción ha sido a todo dar.
¿Se puede rebuscar por encontrar una justificación que absuelva a quienes incendian Francia? Aunque parezca difícil, hemos observado estas semanas que sí. El más original, el propio presidente de Francia, quien culpó a la mala influencia de los videojuegos. Los medios de comunicación y la academia esgrimieron lo de siempre, la causa son las injusticias sociales para quienes viven en guetos de inmigrantes. En definitiva, con esto evitan poner en la mira a los jóvenes que protagonizan noche a noche la destrucción, para sentar en el banquillo de acusados a todos, menos a ellos. Entonces, lo que habría que corregir sería la estructura social, es decir, el “medio” que los rodea y en el que habitan. Sobre esta doctrina de culpar al medio, vieja como el hilo negro, ya reflexionaba en el siglo XIX el gran escritor ruso Fiodor Dostoyevski.
Dostoyevski identificó que culpar al “medio” justifica el crimen e incluso puede llegar a promoverlo. Escribió en un diario que “acabaríamos pensando que el crimen es incluso un deber, una noble protesta contra el medio. Ya que la sociedad está tan mal organizada, es imposible acomodarse a ella sin protestar ni delinquir. Ya que la sociedad está tan mal organizada, no hay otra manera de abrirse camino que con un cuchillo en la mano”. El escritor ruso probablemente hablaba del crimen individual, no conoció de hordas delictivas quemando una ciudad.
Esto de que gente se reúna noche a noche a quemar una ciudad debe tener un objetivo común y es probable que este sea poner en evidencia el desprecio a la sociedad en la que se vive. Sería un “dies irae” (“día de la ira”). Por eso, culpar al medio es contradictorio y cínico, porque ¿Cómo se mantiene un relato coherente entre brechas económicas y sociales con la destrucción intencionada de almacenes de barrio y autos de los barrios que habitan?
Para colmo, quienes creen en esto del medio, cubren a estos jóvenes con una tristísima noticia: serían delincuentes sin elección. Dostoyevski dice que “al hacer al hombre dependiente de cualquier error de la estructura social, la doctrina del medio le dota de una impersonalidad total, lo exime completamente de cualquier deber moral de índole personal, de todo libre albedrío, y lo reduce al grado más bajo de esclavitud que pueda imaginarse”.
Por cierto, que es fácilmente desmontable la idea de que el medio corrompe invariablemente a los seres humanos, prueba de ello es que la mayoría de inmigrantes y ciudadanos de ascendencia africana no son delincuentes ni están dispuestos a quemar una ciudad, a pesar de las injusticias o presiones que soporten del medio. Sería conveniente, buscar las causas del dies irae en otras variables.
La pregunta final a todo esto es si el crimen sigue siendo crimen, o moralmente esta sociedad está dispuesta a no llamar crimen al crimen si hay circunstancias del medio que permiten la absolución. Culpar el medio es lo más fácil, corregir al ser humano es lo más difícil.
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Publimicro.
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