“Amo vivir, pero quiero morir”, clama Cecilia Heyder, una mujer de 54 años enferma terminal de cáncer, lupus y un trastorno sanguíneo que la obliga a cuidarse en extremo. Cansada de luchar por la legalización de la eutanasia en el país, dice que su vida se apaga lentamente y lo único que hoy pide es dar un paso al costado y no seguir sufriendo”.
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