Por medio de una compensación económica de cerca de 1.500 dólares al mes, el Gobierno ruso intenta reclutar soldados afganos para participar de su ”operativo especial” en Ucrania. Esta opción nace como una solución “parche” debido a que casi doscientos mil rusos han abandonado el país, para no ser llamados al servicio y partir a la guerra. Una característica particular de estos nuevos reclutas, es que los comandos afganos de élite, fueron entrenados por las propias fuerzas norteamericanas. Las tropas afganas consideradas en este nuevo ajedrez militar, se encuentran entre la espada y la pared, ya que si bien no quieren ir a una guerra que no les incumbe, temen más aún ser deportados a Afganistán, por la represalia que los talibanes podrían ejercer sobre ellos.
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