Un estudio de la Universidad de Estocolmo, presentado en la Revista Científica “Environmental Science and Technology”, confirmó que “no hay ningún lugar en la tierra, donde el agua de la lluvia sea segura para beber”. La afirmación, se debería al alto nivel de los químicos perpetuos o químicos tóxicos denominados sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), presentes en el agua lluvia y en el aire. Increíblemente tanto en el Tibet como en la Antártida, las aguas de lluvias presentan niveles de PFAS, catorce veces más altos que los actuales estándares aceptados para el agua potable.
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